LA ANDRAGOGÍA Y EL CONSTRUCTIVISMO EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.
ANTECEDENTES: CONOCIMIENTO Y EDUCACIÓN.
El hombre desde su más remoto
origen ha buscado conocer, interpretar
su entorno, la existencia misma, eso que
normalmente llamamos la realidad.
Primero fue el conocimiento mágico – religioso, el
más antiguo y aún
existente forma de explicar
la realidad, luego
el conocimiento filosófico,
la explicación lógica, el
dominio del saber,
después, hace apenas tres siglos,
el conocimiento científico, la
búsqueda de la verdad basada fundamentalmente en
la aplicación de un método riguroso, verificable y
demostrable. Actualmente con
la revolución tecnológica se habla
de la sociedad del
conocimiento.
En la antigüedad el hombre
occidental quería ser sabio; luego el hombre moderno quiso ser conocedor; el
hombre contemporáneo parece contentarse con estar informado y posiblemente el
hombre del siglo XXI no esté interesado en otra cosa que obtener datos.
El crecimiento de la información,
la propia escasez de recursos para solventar necesidades básicas del hombre
hizo necesario el surgimiento de la escolaridad, como proceso institucional. Pero
lamentablemente a igual que la omnipotencia del conocimiento científico ocurrió
con la escolaridad, que ha marginado el concepto totalizante, globalizador,
holístico, de la educación como formación para la vida digna.
La educación como proceso de socialización se
fue cercenando y convirtiéndose en un proceso estrictamente funcionalista –
instrumental. La práctica educativa ha tendido
a centrarse no solamente a un espacio físico (escuela – universidad), sino
también ha tendido a concentrarse en el contenido (información) y en quien lo
imparte (maestros – profesores), marginando al actor fundamental de la
educación: el alumno.
Desde que el niño nace inicia
también un proceso de formación: valores, información, pertenencia, hábitos,
costumbres, son asimilados, el resultado es la internalización de una cultura.
El conductivismo
fue una corriente predominante en la
práctica pedagógica hasta años
recientes. Las corrientes psicologistas y sociológicas, se disputaron el
estudio científico de la práctica educativa, pero siempre prevaleciente la
lógica positivista del proceso educativo como internalización de normas e
informaciones y el de la funcionalidad de las instituciones y los actores
sociales. Uno de los temas más discutidos fue el del necesario papel activo del
estudiante, como protagonista del proceso y rescatar la educación como una
práctica de vida y no sólo para una etapa de la vida.
La Andragogía.
En este contexto surge la
discusión anagógica como ciencia de la educación para el adulto, o mejor aún
tal como lo definió uno de sus más connotados iniciadores en América Latina el
Dr. Adam (1977) “Es la ciencia y el arte de instruir y educar permanentemente
al hombre...”.
Andragogía vs Pedagogía.
La andragogía
a diferencia de la
pedagogía centra su atención en el alumno y no
en el profesor. La
práctica andragógica debe realizarse
en un ambiente
no unidireccional, sino bidireccional (alumno –
docente), un ambiente
de confianza y de respeto
mutuo, cuya flexibilidad permita la
libertad y creatividad,
el alumno donde la
espontaneidad no sea considerada una
anormalidad sino expresión
de la
creatividad. La práctica
andragógica debe desarrollar no
sólo actitudes (acciones
– comportamientos), sino también
aptitudes (valores). El
alumno debe ser visto
como un ser integral,
no sólo alguien que
va a la
escuela, sino un ser
social, pero también un
ser individual, “con experiencias
previas, con expectativas y necesidades,
un andragogo tiene que
ser un investigador,
debe poseer un alto grado
de autonomía e
independencia para actuar y tomar
decisiones que le permitan
llevar adelante un
aprendizaje auto dirigido y auto
gestor.
El Constructivismo.
La reflexión del cómo el individuo aprende ha sido uno de los
temas centrales de las teorías educativas, pero existen dos tendencias radicalmente
opuestas para explicar este proceso.
Uno es el conductivismo radical según el cual la
realidad está dada, el mundo está conformado por pautas, hábitos y reglas que
el individuo debe asimilar; la otra visión, la del constructivismo radical
(Piaget) donde el proceso del conocimiento es una construcción por parte del
sujeto, la realidad tal como la entendemos no existe externamente, no está
dada, el hombre la construye.
Todos sabemos que la educación es
un proceso de sociabilización y sobre todo en la edad temprana requiere de un
proceso fundamentalmente conductual los individuos desde pequeños aprenden de
diversas formas, dependiendo de sus características naturales y sociales.
El conductivismo no puede dar
respuesta a esto, pero también es innegable que hasta en la práctica más
conductual, cada individuo genera su propio conocimiento. En el caso concreto de la educación hemos
asumido posición crítica frente a la avasallante carrera por el uso de las
nuevas tecnologías sin ningún tipo de
análisis, comprensión de su pertinencia en el contexto historio espacial. El
uso de estas nuevas tecnologías ha tenido como
soporte académico el
uso de las
teorías andragógicas y el constructivismo. Ocurre en la órbita educativa
con el constructivismo, hoy nadie se atreve a llamarse conductivista, aunque en
la mayoría de las prácticas educativas sigamos haciendo uso del más “matinal “conductivismo.
El rechazo del conductivismo
entre los integradores se debe más al apellido “conductual” que al sustantivo
asocionismo. El constructivismo goza de
aceptación más generalizada en ámbitos científicos, su influencia en los
ámbitos sociales de aprendizaje es bastante
limitado
La posible manipulación del constructivismo
y la
andragogía como teorías
del aprendizaje para
legitimar la masificación o comercialización del uso de
las nuevas tecnologías, que pudieran estar llevando a una aparente liberación o
democratización del proceso educativo, pero que en realidad pudiera estar al
servicio del complejo engranaje de un pensamiento único y homogenizante.
Convertirlo en protagonista casi
único del proceso educativo pudiera estar contribuyendo a la pérdida de
comprensión del proceso educativo como un proceso social y total donde intervienen docentes, currículo,
comunidad y autoridades. De esta
manera, el debate educativo se a
contextualiza, se pierde el sentido de la pertinencia social. Puesto que no se
aprende igual y el conocimiento adquirido no tiene la misma utilidad en
sociedades distintas.
Los que hablan del
constructivismo en educación, es dejar de lado buena parte de sus postulados,
tomar algunas cosas y añadirle series de propuestas de distintas teorías,
formando un conglomerado que en mi opinión poco tiene
que ver con el constructivismo.
Decir que con el constructivismo
es el sujeto construye su propio conocimiento, no dice nada, el problema es
cómo lo hace, cuáles son los procesos entre
lo externo y lo interno. La educación
no puede estar sólo circunscrita a cómo se aprende, su objeto no es
solamente un problema metodológico-didáctico, qué responde el constructivismo a
la pregunta ¿para qué se conoce ?, ¿qué pertinencia tiene lo que se aprende con
la realidad del sujeto aprendiz?.
La educación no es neutra como
pretenden enmascarar los cientificistas de la educación. La educación es un
proceso político y social. Así lo señala Delval (1997):
“Los objetivos de la educación
son, pues muy distintos y mucho más amplios que los del constructivismo (...)
pero esos fines están dictados por necesidades sociales y no por teorías
científicas. En cambio, el constructivismo trata de hacer explícitos los
procesos que llevan a la construcción del conocimiento y no proscribe nada
acerca de cómo o qué debe enseñarse”.
DEFORMACIONES DE LA PRÁCTICA
ANDRAGÓGICA Y LA TEORÍA CONSTRUCTIVISTA
1)La práctica andragógica y
constructivista no debe confundirse con
una “libertad académica absoluta” (libertinaje, anarquía del proceso
de aprendizaje).
La práctica educativa no es
anormativa, debe existir una planificación del proceso que incluye el respeto a
los acuerdos asumidos.
No podemos escudarnos en la
andragogía y el constructivismo para ser actividades educativas sin orden, sin
normas, sin considerar el respeto al docente
o a la institución educativa. La absoluta flexibilidad no existe: el
alumno se evalúa objetivamente y no se
sobre evalúa.
2)La teorías
andragógica y constructivista tampoco
pueden ser el discurso legitimador de la comercialización
y pragmatización de la educación. Es decir, la masificación de la
promoción de cursos,
talleres, sin soportes académicos. Sin un sentido, no sólo de la
utilidad individual sino de la pertenencia con la realidad social y con el
compromiso de transformación.
La pedagogía, como la andragogía, están
obligadas a aceptar el recto que implica
la adopción de las nuevas tecnologías” (p130). Pero, -como advertimos al
principio- no puede ni debe mitificarse la tecnología, ni la información: el primero
es sólo un medio que agiliza, abarata el proceso, el segundo no es
conocimiento, es sólo una parte. Las nuevas tecnologías pudiéramos erróneamente
confundir el sentido original de la educación como proceso de formación para la
vida digna, sólo con el propósito utilitario de la educación que es válido pero
no suficiente.
Una teoría educativa para
Latinoamericana debe, antes que todo, levantar la estima, promover la formación
de un pensamiento no imitativo- reproductivo, no convertirnos en simples operadores
y consumidores de información que poco es pertinente a nuestra realidad-
La andragogía y el constructivismo deben ser una práctica
libertadora y no una práctica que nos encadene aún más al engranaje de la
dependencia económica, tecnológica y cultural.
La andragogía y el
constructivismo no deberían ser una
corriente más de la educación, representan una reinterpretación de la
práctica educativa, son ciencia, arte,
investigación, que buscan rescatar la figura activa del alumno. La estrategia
de aprendizaje, los contenidos, la evaluación, son distintos a la tradicional
práctica pedagógica que es unidireccional y vertical en su administración por
parte del docente y la institución.
Ambas teorías parten por rescatar la subjetividad del alumno en el proceso de
aprendizaje: necesidades, expectativas, capacidades, experiencias. No son
libertinaje académico, el andragogo es un adulto, no sólo cronológicamente,
sino más aún en el sentido de la responsabilidad y la capacidad de autogestión.
debemos advertir:
1) contra la pragmatización de la educación bajo el disfraz de su modernización o tecnologización al servicio de un pensamiento único.
2) En el contexto del pensamiento complejo o transdisciplinario que hoy se debate en el mundo epistemológico, la teoría educativa por el contrario, bajo la manipulación trivial del constructivismo y la andragogía, pudieran estar llevando a etapas ya superadas del conductismo más radical (lineal, individual, contenido dirigido para la aplicación y no para la creatividad).
3) el debilitamiento del papel del docente , de las instituciones educativas y de los estados nacionales bajo el pretexto de la preeminencia del sujeto aprendiz, pero que en realidad están más llamados a la fragmentación de la educación como proceso natural de sociabilización.
1) contra la pragmatización de la educación bajo el disfraz de su modernización o tecnologización al servicio de un pensamiento único.
2) En el contexto del pensamiento complejo o transdisciplinario que hoy se debate en el mundo epistemológico, la teoría educativa por el contrario, bajo la manipulación trivial del constructivismo y la andragogía, pudieran estar llevando a etapas ya superadas del conductismo más radical (lineal, individual, contenido dirigido para la aplicación y no para la creatividad).
3) el debilitamiento del papel del docente , de las instituciones educativas y de los estados nacionales bajo el pretexto de la preeminencia del sujeto aprendiz, pero que en realidad están más llamados a la fragmentación de la educación como proceso natural de sociabilización.
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