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sábado, 15 de octubre de 2016

¿Qué es andragogía?

LA ANDRAGOGÍA Y EL CONSTRUCTIVISMO EN LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO.



ANTECEDENTES: CONOCIMIENTO Y EDUCACIÓN.

El hombre desde su más remoto origen  ha buscado conocer, interpretar su entorno,  la existencia misma, eso que normalmente  llamamos la realidad. Primero fue el  conocimiento  mágico – religioso,  el  más  antiguo y  aún  existente forma  de  explicar  la  realidad,  luego  el conocimiento filosófico,  la  explicación lógica,  el  dominio  del  saber,  después, hace apenas  tres  siglos,  el  conocimiento científico,  la  búsqueda  de  la verdad basada  fundamentalmente  en  la  aplicación  de  un  método riguroso, verificable  y  demostrable.  Actualmente  con  la  revolución tecnológica se  habla  de  la sociedad  del  conocimiento.
                                                


En la antigüedad el hombre occidental quería ser sabio; luego el hombre moderno quiso ser conocedor; el hombre contemporáneo parece contentarse con estar informado y posiblemente el hombre del siglo XXI no esté interesado en otra cosa que obtener datos.
El crecimiento de la información, la propia escasez de recursos para solventar necesidades básicas del hombre hizo necesario el surgimiento de  la  escolaridad, como proceso institucional. Pero lamentablemente a igual que la omnipotencia del conocimiento científico ocurrió con la escolaridad, que ha marginado el concepto totalizante, globalizador, holístico, de la educación como formación para la vida digna.  
La educación como proceso de socialización se fue cercenando y convirtiéndose en un proceso estrictamente funcionalista – instrumental. La práctica educativa ha tendido a centrarse no solamente a un espacio físico (escuela – universidad), sino también ha tendido a concentrarse en el contenido (información) y en quien lo imparte (maestros – profesores), marginando al actor fundamental de la educación: el alumno.
 Desde que el niño nace inicia también un proceso de formación: valores, información, pertenencia, hábitos, costumbres, son asimilados, el resultado es la internalización de una cultura.



El  conductivismo  fue  una  corriente predominante  en  la práctica  pedagógica hasta  años  recientes. Las corrientes psicologistas y sociológicas, se disputaron el estudio científico de la práctica educativa, pero siempre prevaleciente la lógica positivista del proceso educativo como internalización de normas e informaciones y el de la funcionalidad de las instituciones y los actores sociales. Uno de los temas más discutidos fue el del necesario papel activo del estudiante, como protagonista del proceso y rescatar la educación como una práctica de vida y no sólo para una etapa de la vida.

La Andragogía.

En este contexto surge la discusión anagógica como ciencia de la educación para el adulto, o mejor aún tal como lo definió uno de sus más connotados iniciadores en América Latina el Dr. Adam (1977) “Es la ciencia y el arte de instruir y educar permanentemente al hombre...”.

Andragogía vs Pedagogía.


La  andragogía  a  diferencia  de  la pedagogía centra su atención en el alumno y no  en  el  profesor. La  práctica andragógica  debe  realizarse  en  un  ambiente  no unidireccional,  sino bidireccional  (alumno –  docente),  un  ambiente  de  confianza  y de respeto  mutuo,  cuya  flexibilidad permita  la  libertad  y  creatividad,  el alumno  donde   la   espontaneidad   no  sea  considerada   una   anormalidad sino  expresión de  la  creatividad.  La  práctica  andragógica  debe desarrollar  no  sólo  actitudes  (acciones  –  comportamientos),  sino también  aptitudes  (valores).  El  alumno debe  ser  visto  como  un  ser integral,  no sólo  alguien  que  va  a  la  escuela,  sino  un  ser social,  pero también  un  ser  individual, “con  experiencias  previas,  con  expectativas y  necesidades,  un  andragogo  tiene que  ser  un  investigador,  debe poseer  un alto  grado  de  autonomía  e  independencia para  actuar  y tomar  decisiones  que  le permitan  llevar  adelante  un  aprendizaje auto dirigido  y  auto  gestor.

El Constructivismo.



La reflexión del  cómo el individuo aprende ha sido uno de los temas centrales de las teorías educativas, pero existen dos tendencias radicalmente opuestas para explicar este proceso.
Uno  es el conductivismo radical según el cual la realidad está dada, el mundo está conformado por pautas, hábitos y reglas que el individuo debe asimilar; la otra visión, la del constructivismo radical (Piaget) donde el proceso del conocimiento es una construcción por parte del sujeto, la realidad tal como la entendemos no existe externamente, no está dada, el hombre la construye. 
Todos sabemos que la educación es un proceso de sociabilización y sobre todo en la edad temprana requiere de un proceso fundamentalmente conductual los individuos desde pequeños aprenden de diversas formas, dependiendo de sus características naturales y sociales.

El conductivismo no puede dar respuesta a esto, pero también es innegable que hasta en la práctica más conductual, cada individuo genera su propio conocimiento.  En el caso concreto de la educación hemos asumido posición crítica frente a la avasallante carrera por el uso de las nuevas tecnologías sin  ningún tipo de análisis, comprensión de su pertinencia en el contexto historio espacial. El uso de estas nuevas tecnologías ha tenido como  soporte  académico  el  uso  de  las  teorías andragógicas y el constructivismo. Ocurre en la órbita educativa con el constructivismo, hoy nadie se atreve a llamarse conductivista, aunque en la mayoría de las prácticas educativas sigamos haciendo uso del más “matinal “conductivismo.

El rechazo del conductivismo entre los integradores se debe más al apellido “conductual” que al sustantivo asocionismo.  El constructivismo goza de aceptación más generalizada en ámbitos científicos, su influencia en los ámbitos sociales de aprendizaje es bastante  limitado
 La posible manipulación del constructivismo y  la  andragogía  como  teorías  del aprendizaje  para legitimar  la  masificación o comercialización del uso de las nuevas tecnologías, que pudieran estar llevando a una aparente liberación o democratización del proceso educativo, pero que en realidad pudiera estar al servicio del complejo engranaje de un pensamiento único y homogenizante.
Convertirlo en protagonista casi único del proceso educativo pudiera estar contribuyendo a la pérdida de comprensión del proceso educativo como un proceso social y total  donde intervienen docentes, currículo, comunidad y   autoridades. De esta manera, el debate  educativo se a contextualiza, se pierde el sentido de la pertinencia social. Puesto que no se aprende igual y el conocimiento adquirido no tiene la misma utilidad en sociedades distintas.
Los que hablan del constructivismo en educación, es dejar de lado buena parte de sus postulados, tomar algunas cosas y añadirle series de propuestas de distintas teorías, formando un conglomerado que en mi opinión poco  tiene  que ver con el constructivismo.
Decir que con el constructivismo es el sujeto construye su propio conocimiento, no dice nada, el problema es cómo lo hace, cuáles son los procesos entre  lo externo y lo interno. La educación  no puede estar sólo circunscrita a cómo se aprende, su objeto no es solamente un problema metodológico-didáctico, qué responde el constructivismo a la pregunta ¿para qué se conoce ?, ¿qué pertinencia tiene lo que se aprende con la realidad  del sujeto aprendiz?.

La educación no es neutra como pretenden enmascarar los cientificistas de la educación. La educación es un proceso político y social. Así lo señala Delval (1997):

“Los objetivos de la educación son, pues muy distintos y mucho más amplios que los del constructivismo (...) pero esos fines están dictados por necesidades sociales y no por teorías científicas. En cambio, el constructivismo trata de hacer explícitos los procesos que llevan a la construcción del conocimiento y no proscribe nada acerca de cómo o qué debe enseñarse”.
DEFORMACIONES DE LA PRÁCTICA ANDRAGÓGICA  Y LA TEORÍA  CONSTRUCTIVISTA
1)La práctica andragógica y constructivista  no debe confundirse con una “libertad académica absoluta” (libertinaje, anarquía del proceso de aprendizaje).

La práctica educativa no es anormativa, debe existir una planificación del proceso que incluye el respeto a los acuerdos  asumidos.
No podemos escudarnos en la andragogía y el constructivismo para ser actividades educativas sin orden, sin normas, sin considerar el respeto al docente  o a la institución educativa. La absoluta flexibilidad no existe: el alumno  se evalúa objetivamente y no se sobre evalúa.
2)La  teorías  andragógica  y  constructivista  tampoco  pueden  ser  el discurso legitimador de la comercialización y pragmatización de la educación. Es decir, la masificación de la promoción  de  cursos,  talleres, sin soportes académicos. Sin un sentido, no sólo de la utilidad individual sino de la pertenencia con la realidad social y con el compromiso de transformación.

La pedagogía, como la andragogía, están obligadas a aceptar el  recto que implica la adopción de las nuevas tecnologías” (p130). Pero, -como advertimos al principio- no puede ni debe mitificarse la tecnología, ni la información: el primero es sólo un medio que agiliza, abarata el proceso, el segundo no es conocimiento, es sólo una parte. Las nuevas tecnologías pudiéramos erróneamente confundir el sentido original de la educación como proceso de formación para la vida digna, sólo con el propósito utilitario de la educación que es válido pero no suficiente.
Una teoría educativa para Latinoamericana debe, antes que todo, levantar la estima, promover la formación de un pensamiento no imitativo- reproductivo, no convertirnos en simples operadores y consumidores de información que poco es pertinente a nuestra realidad-
La andragogía  y el constructivismo deben ser una práctica libertadora y no una práctica que nos encadene aún más al engranaje de la dependencia económica, tecnológica y cultural.

La andragogía y el constructivismo no deberían ser  una corriente más de la educación, representan una reinterpretación de la práctica  educativa, son ciencia, arte, investigación, que buscan rescatar la figura activa del alumno. La estrategia de aprendizaje, los contenidos, la evaluación, son distintos a la tradicional práctica pedagógica que es unidireccional y vertical en su administración por parte del docente  y la institución. Ambas teorías parten por rescatar la subjetividad del alumno en el proceso de aprendizaje: necesidades, expectativas, capacidades, experiencias. No son libertinaje académico, el andragogo es un adulto, no sólo cronológicamente, sino más aún en el sentido de la responsabilidad y la capacidad de autogestión.
debemos  advertir: 
1)  contra la pragmatización de la educación bajo el disfraz de su modernización o tecnologización al servicio de un pensamiento único.
2) En el contexto del pensamiento complejo o transdisciplinario que hoy se debate en el mundo epistemológico, la teoría educativa por el contrario, bajo la manipulación trivial del constructivismo y la andragogía, pudieran estar llevando a etapas ya superadas del conductismo más radical  (lineal, individual, contenido dirigido para la aplicación y no para la creatividad).
3) el debilitamiento del papel del docente , de las instituciones educativas y de los estados nacionales bajo el pretexto de la preeminencia del sujeto aprendiz, pero que en realidad están más llamados a la fragmentación de la educación como proceso natural de sociabilización.








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